Por primera vez en su vida fue consciente
de lo que pasaba a su alrededor. Miles de personas enfermas descansaban como
podían en cada una de las habitaciones de aquel lugar, aquel hospital que
empezaba a estremecerle. Largos pasillos de color blanquecino se abrían en
medio de quién sabe cuántas noticias malas que transcurrían allí a lo largo de
todo un día. Mensajes como ‘tiene usted cáncer’ o ‘es mucho mejor de lo que
pensábamos’. Pero a ella le había tocado el lado malo de la moneda esta vez. A partir de ahora, sería mucho más difícil ser amiga de la normalidad.