sábado, 22 de enero de 2011

Puta Perfección



No necesitas a nadie que te diga que estás bien, lo importante es que te quieras a ti mismo/a, tal como eres. No necesitas arreglos, no necesitas mierda que esnifar por tu nariz, ni si quiera necesitas lo que piensen ellos. Porque a los ojos de los que saben apreciarte, eres jodidamente perfecto.


Pretty, pretty please
Don’t you ever, ever feel
Like your less than
Fuckin’ perfect.
Pretty, pretty please
If you ever, ever feel
Like your nothing

You’re fuckin’ perfect to me.

http://www.youtube.com/watch?v=ocDlOD1Hw9k&feature=player_embedded#!


miércoles, 19 de enero de 2011

Al final,


cuando la ola decide chocar, romper contra su infortuito destino, la gente solo se fija en la espuma, en el rastro que ha dejado atrás todas las huellas ahora borradas.


lunes, 17 de enero de 2011

Belleza.

"La belleza que atrae, rara vez coincide con la belleza que enamora." - José Ortega & Gasset

La belleza, siempre según con los ojos con que la mires...

domingo, 16 de enero de 2011

Sábado.

Me encuentro en una cafetería, con una amiga de toda la vida, que ha venido desde Madrid.

- Tenemos que hablar de muchas cosas,- me suelta cuando las dos ya estamos sentadas en una pequeña mesa, una en frente de otra.

Margaret, que así ha sido como me ha pedido que la llame, tiene 25 años, y como ya he dicho antes es una amiga de toda la vida, desde que yo tengo conciencia. A pesar de nuestra diferencia de edad, ella siempre ha sido para mí como una hermana mayor, que se preocupa por todo lo que hago y calcula cualquier movimiento con precisión. ¿Controladora, tal vez? Para nada... Eso sí, es la persona más sarcástica que conozco, capaz de desenfundar su humor en las situaciones más serias y triviales. Continúa sus estudios de periodismo, y vive en un piso bastante concéntrico de Madrid, con su novio Dani, más loco que una cabra, todo hay que decirlo, aunque lo de buena persona no se lo quita nadie... Hacía tiempo que no la veía, pero hoy está aquí, decidida a realizar su juicio habitual.

- Claro, ¿hay algo en concreto de lo que quieras hablar?

De repente una sonrisa maliciosa y encantadora se posa en ella, seguida de un brillo en sus ojos a causa del interés, quiere saber...

- Háblame del chico ese que te trae loquita.

Vaya, terreno pantanoso. Advierte mi silencio y empieza a hablar. Cuando Margaret empieza su diálogo, ya no hay quien le pare...

- El otro día leí lo que escribiste, ya sabes que soy fan de todo lo que escribes desde siempre, ¿no?,- hace una pausa que se ve interrumpida al ver que yo asiento con la cabeza,- pues bien, no sé cómo decirte esto, pero me parece que te estás equivocando.

- ¿Te refieres a lo de intentar olvidarle?

- Sí, a eso mismo. Estoy sorprendida porque tú eres la que siempre ha defendido que los sentimientos hacia una persona no se pueden negar, que deben ser expresados con naturalidad. Ahora dime, ¿por qué has cambiado tan rápido de opinión?

- Ya lo había pensado antes, es decir, Dios, es tan difícil....

Suspiro, y ella coge mi mano con fuerza, me da ánimos para continuar.

- Verás, creo que esto no iba a ninguna parte.

- ¿Qué quieres decir con eso? Explícate.

- Pues, que cuando no estás segura de lo que puede sentir la otra persona... Mira, te lo diré sin rodeos: creo que yo no le importo para nada, solo soy una persona más que a veces se encuentra en su vida, nada más.

- Mírate.. ¿oyes lo que estás diciendo? Alba, crees, pero no sabes. ¿Te acuerdas de cuando yo estaba colada por Dani? ¿Antes de empezar a salir con él? ¿Qué me decías entonces, cuando yo tenía mis dudas?

- Te decía que érais un par de idiotas que no sabían como acercarse el uno al otro, y que lo que importaba era lo que tú sentías.

- Exacto. ¿Y sabes qué te digo yo en este momento, cuando veo que estás metida en una situación parecida? Que sigas adelante, con lo que sientas. Nadie puede cambiarlo, ni siquiera tú, aunque lo intentes un millón de veces, sabes que recaerás. Dices que estás intentando olvidarle, pero ahora dime, ¿te está dando resultado?

¿Qué si me está dando resultado? Veamos, como poco, apenas puedo dormir y me cuesta concentrarme en casi todo lo que hago. Sí claro, mucho resultado...

- Lo estoy llevando como puedo, cuestión de tiempo, supongo...

- No, te diré lo que estás haciendo: te estás engañando a ti misma, y eso es lo peor que puedes hacer, amiga mía. Solo porque se te ha metido en la cabeza que no le importas nada. Dichosa adolescencia...

- No quiero causarle problemas, eso es todo. No quiero ser una niña estúpida que vaya detrás de él incordiándole.

- Una cosa, ¿verdaderamente crees que supones un problema para él?

- Bueno, en cierto modo sí. Escribo sobre lo que me hace sentir, reflejo mis sentimientos de alguna forma, a veces le miro a los ojos sin que él me vea, y no puedo reprimir una sensación de calor en mis mejillas cuando está cerca. Cuando escucho música, la mayoría de canciones me recuerdan a él, igual que cuando escribo alguna canción va dedicada a él. De algún modo, debo de ser una molestia.

- No te lo tomes a mal, pero eres estúpida. Muy estúpida si piensas que eres una molestia para él.

Vale, entonces lo admitiré. Soy muy estúpida, ¿contenta? No, Margaret nunca está conforme...

He bajado los ojos, y entre mis manos estrujo mi bolso, como si él me pudiese dar una solución a base de apretarlo entre mis dedos. Me ha dejado sin palabras, y lo peor de todo es que sé que en parte ella tiene razón.

- Escucha, si de verdad estás segura de lo que sientes por él, no intentes cambiarlo, aunque eso...

- Pero si ya te he dicho que lo más seguro es yo no signifique nada para él,- la interrumpo.

- ¡Al carajo!,- una de las expresiones favoritas de ella,- ¿Vas a cambiar lo que sientes, sabiendo aún así que es imposible de cambiar, solo porque se te ha metido esa idea absurda en la cabeza? Señorita Alba María Rubio Arias, ya va siento hora de que asumas las cosas. Y sabes que te lo digo con todo el cariño del mundo. Ahora, admite que lo quieres.

Oh, vamos. Eso no ayuda para nada, nada en absoluto...

- Creía que me apoyarías en mis decisiones..

- Y siempre lo hago, siempre que las decisiones son acertadas. Ahora, admite lo que te he dicho, por favor.

Esa ha sido su petición, que sigue esperando respuesta. Porque no llegué a pronunciar esas palabras que ella esperaba que dijese, porque simplemente le dije que mejor otro día, otro día en el que las cosas no fueran tan difíciles. Porque, si digo eso, quizás a ti no te haga la menor gracia.

- Una cosa más, como sé que todas las cosas interesantes van a parar a tu blog, y considero que esta ''discusión'' es una de ellas, y como te conozco y sé que lo escribirás con todo detalle, te pediría que utilizases otro nombre para mí.

Sonrío para mis adentros. Ella es tan amiga de las palabras como yo, e inventarse una nueva identidad para ella es casi como un juego.

- ¿En cuál habías pensado?

- En Margaret. Como Margaret Quinn. ¿Sabes a quien me refiero?

- ¿Esa protagonista que relata la historia de amor por su hija, la que desaparece sin dejar rastro?

- Esa misma, una mujer valiente, que no se rindió en ningún momento, que luchó por lo que quería.

- Está bien,- y miro a la cara a la nueva persona que tengo delante,- un placer conocerla, Margaret Quinn.

E inevitablemente, mi amiga y yo estallamos en grandes carcajadas sonoras.