viernes, 13 de abril de 2012

Inocencia.

Lo que más me gusta de ti son tus rodeos; son tus pistas, tus huellas. Son tus ojos buscándome entre la multitud, los mismos que se sorprenden si me ven por la calle. Pum, pum, pum. Tu corazón se desborda, necesita un tranquilizante que te lleve de vuelta al suelo, que sitúe tus pies en tierra de soñadores. Y qué mejor sedante que acercarme a ti y plantarte un beso.

Antes.

Es ímpetu,
es voraz, 
es llama,
es deseo y pasión concernido,
un dulce derretido en los labios,
un alma que suspira de alivio


Es calor, es fuego ardiente,
es lluvia otoñal que ríe,
es tempestad, lujuria, miedo,
la prohibición que siempre prohíbe


Eres tú, a cinco centímetros de mi boca,
que provoca, duele y desarma,
una chispa que sabe amarga,
un juego que nos desborda

jueves, 8 de marzo de 2012

Hay cosas que no se olvidan,

hechos que te gustaría paliar, cambiar o directamente, hacer que desaparecieran. Antes pensaba que, cuando eres aún un niño/a, no te pueden arrebatar ni una miga, nada puede ser destruido. No pueden hacerte llorar, porque lo máximo por lo que llegarás a preocuparte será una pequeña mota de polvo dentro de todos los problemas que los adultos toman de mayor relevancia, más importantes que la lágrima salada de una caída de la niñez. Pero eso era antes.


El día en el cual abandoné cualquier tipo de esperanza estúpida, fue un 31 de marzo, de un año que ya ni quiero recordar. El aliento de la primavera se colaba por las ventanillas del coche, aunque solo se respiraba un cierto temor al hablar y abandonar así la condescendencia. Hacía un día bastante bonito allí fuera como para pensar que ya nada sería igual, porque en cierto modo, ya no lo sería. Mi padre conducía con los ojos fijos en la carretera, pero yo sabía que sus pensamientos iban más deprisa incluso que el velocímetro del coche, más allá del Sol que chocaba contra nosotros y se expandía en todas direcciones, alentándonos a seguir. Si hubiese tenido la oportunidad de adentrarme bajo sus pensamientos, hubiese visto imágenes de un pasado torturándole en su futuro, un asfalto quemado por demasiada velocidad, un coche partido por la mitad, tres personas muertas, un hermano al filo de la vida. A los doce años, nunca pensé que me arrebatarían algo que me perteneciese; nadie se podía interponer entre mis objetivos y yo, en mi vida. Me equivocaba. 


Cuando volvió a mirarme, mi padre ya estaba dejando fluir sus emociones hacia el exterior, fuera de toda piel y máscara de pura fortaleza. Y de repente me vi yo también entre un mar de conmociones, y nos abrazamos los dos. Nunca había visto a mi padre llorar, nunca había sentido un vacío agarrándose a mi cuello, a mi estómago, a mi persona. Nunca el vacío de perder a alguien a quien quieres. 


Luego llegan los cambios: se acabó ser una niña, nada de insensateces por cosas innecesarias; crece, madura, espabila. Pero lo peor no es la serie de acontecimientos que se desarrolla a tu alrededor, con el constante sonido del tic-tac del tiempo empujándote tras su sonrisa, sino lo que pierdes. Para mí ya no hay chistes en Nochebuena, no hay abrazos que me dejen sin aire al llegar a casa, nada de riñas tontas por vasos rotos, ni paseos por la playa llenos de confidencias durante el verano. Hay una silla ausente, una risa silenciosa, un día que te gustaría eliminar del calendario, mañanas en las que no te puedes ni mover de la cama. Pero la vida sigue, las guerras siguen siendo guerras y los idiotas se vuelven cada vez más idiotas. 


Menos mal que, al menos, los idiotas siempre consiguen hacernos sonreír.


A C. , porque todo el mundo tiene una historia que contar.

jueves, 16 de febrero de 2012

La gravedad lo engulle todo,

la simplicidad de la luz,
el agravio inmenso de la oscuridad

mis maneras de andar,
sus pies pequeños, desnudos sobre la arena

lo engulle todo y, sin embargo,
el solsticio de tu primavera vuelve cada poco tiempo,
solo para retratarme tu existencia

150.

Una, es la mirada que les hizo falta para caer en la tentación de conocerse; cinco, son los días que tardaron en darse cuenta de que se necesitaban el uno al otro, de la misma forma que se echa en falta un café bien cargado a primeras horas de la mañana. Cero fueron, sin embargo, los 'te necesito' que lanzaron al aire deshaciendo la moralidad, disfrazados de un adiós y un descafeinado suspiro.

sábado, 28 de enero de 2012

Los cigarros consumen el tiempo.

O eso debí pensar aquella mañana temprana del 27, cuando en la exactitud de las 10:25 aparqué mi existencia y cinco minutos más de espera en una plazuela del centro de mi ciudad. Una señora arrugada y poco convencional se sentaba al otro lado del escalón. Rondaría los setenta años, sino unos cuantos más, y fijaba una mirada azul y enérgica sobre el horizonte de sus pensamientos. Una bolsa blanca a sus pies, de contenido alimenticio, supuse yo. Arrugaba la nariz y pestañeaba dos veces por segundo, con una precisión y coordinaciones casi milimétricas. Su maquillaje parecía desgastado por el aburrimiento, que no por su ya larga edad. Todo en su conjunto se salía de la normalidad vejestoria, pero fue un detalle el que acabó por acaparar el resto de mi atención. Un cigarrillo, un humeante depredador de oxígeno humano. No se trataba de un caramelo con el que endulzar un poco más la vida, era un minucioso resquicio de soledad y concentración. Porque tenía que tratarse de eso, ¿qué si no? Una mujer mayor, agotada por el tiempo y sus vivencias, que confrontaba el día a día con actividades rutinarias. Y después de eso, un pitillo. Ese debía ser el único acompañante que le quedaba. Cuando la edad te mordía y el curso de los años se iba llevando cada una de las razones que te hacían esbozar una sonrisa por cualquier tontería, ¿te quedaba solo eso? ¿Una débil calada del momento presente?


Terminó su placer momentáneo, agarró la bolsa con sus rugosos dedos y se levantó. Momentos después arrojó a su compañero al suelo, esparciendo sus cenizas de un pisotón, todo ello secundado por un leve suspiro. Caminó.


Se ve que al final, todo se reduce a seguir hacia delante.

jueves, 5 de enero de 2012

Hemos crecido,

y valió la pena. Sacamos la basura lo más tarde posible, hicimos del ring nuestra tarde de paseo semanal. Nos dimos de golpes, de palos, de ira, nos dimos de todo menos de besos. Tardamos en darnos cuenta, pero lo logramos. Aquel día, cuando amaneciste con sangre esparcida por tu boca, y tus ojos se veían hinchados, cansados. Enrojecían tus manos, y tus palabras no daban para más. Allí sentado, en la arena, me dijiste que se acabó, que pusiéramos un fin a lo que nunca había empezado. Me rodeaste con tus brazos y la nieve se fundió entre los dos. Yo desistí, nada podía salvarnos. Cuando quise darme cuenta, ya no nos quedaba nada a lo que podernos agarrar. Ni Sol, ni arena, ni si quiera frío. Lo supimos: nos quedábamos sin aire. Ingenua de mí, pregunté entonces si sería definitivo, si este adiós era un adiós real, y no uno de los tantos que inventábamos de vez en cuando para salir del paso.


- ¿No lo sabes?,- había miedo en sus palabras,- marchitaste todas mis esperanzas, te lo llevaste todo, ¿por qué iba a esperarte de nuevo? En todo este tiempo, solo supiste dejar una cosa en mí...


Abrío las manos, con desgana. Y ví, que en todo este tiempo, solo había sido capaz de entregarle nieve.

sábado, 31 de diciembre de 2011

2011. And when it's over, and it's gone...

You almost wish that you could have all that bad stuff back
So that you could have the good


No fueron felices,

su historia no acabó como tenían pensado. Nada de besos, flores ni años nuevos juntos.  Dejaron muchos agujeros por pulir, así como cosas por decir. Era algo inconfesable, irreprimible y desolador. Pero no había remedio, no existían curas, así que se dejaron llevar... ¿Adivináis algo? En sus huesos nunca dejaría de llover, sus corazones nunca dejarían de persistir, sus actos, algún día no muy lejano, dejarían de morder. Y poco a poco, la inocencia de un amor puro y constante desembocaría... ¿en algo más?

sábado, 10 de diciembre de 2011

'A palabras necias....'


«Escuchar es aplicar el oído para oír, poner cuidado y atención para comprender lo que se diceOír es la percepción material de cualquier ruido en el órgano del oído. Se escucha por voluntad, por deseo, por interés, por saber, por curiosidad; se oye por obligación, por casualidad, involuntaria, forzadamente: oímos muchas cosas que no querríamos oír, que nos daña el oírlas, que no podemos evitar el oírlas. Escuchamos aquello que nos interesa oír, que nos es conveniente o grato. No podemos muchas veces menos de oír lo que es en nuestro daño, lo que nos causa injurias; quisiéramos escuchar a menudo lisonjas, pocas veces oír verdades, sobre todo amargas (...) Muchas veces nos conviene hacer como que no oímos, otras nos daña el ponernos a escuchar, pues nada bueno venimos a saber. Oímos cuanto pasa, escuchamos lo que nos acomoda


Pedro María Olivé

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Lo más probable es que no llegasen a estar 500 días juntos,


pero sí pasaron la mitad de ellos entonando canciones absurdas de amor, intentando llenar vacíos con mensajes  ñoños e ilusionistas, elaborados por cantantes adictos a la histeria, al dolor y a la pasión. Una mezcla que pocas veces gusta... 

Otros tantos se dedicaron a jugar al escondite, al 'ver quién aguanta más fingiendo en este ruedo', a esparcir sentimientos de cajón entre muchos días grises, y a hacerse el amor con los ojos por un pasillo abarrotado de gente, con la picardía de que no les llegasen a pillar nunca juntos. Porque eso fue todo lo que lograron hacer, fue todo lo que consiguieron salvar: una retahíla de emociones sueltas y pocas acciones a la vista. Y así acabaron, nauseabundos, más extraños y náufragos que nunca. 




'' I only wanted you as someone to love,
but something happened on the way to heaven
it got a hold of me, and wouldn't let go...
How many times can I say I'm sorry '' (...)
Phill Collins, Something Happened on the Way to Heaven

lunes, 5 de diciembre de 2011

Se reunió con ella después de un largo tiempo, ya más que pasado por agua y circunstancias...


 - Lo siento, he conocido a alguien. Tengo una nueva persona en mi vida que me quiere y me apoya en todo lo que hago, y un más que claro futuro por delante... Pero cuéntame, ¿qué hay de ti ?


Cerró los ojos en un intento desesperado de esconder sus lágrimas, pero solo consiguió traer imágenes vivas a su memoria. Recuerdos: la manera en la que ella compartió su dolor antes de todos aquellos momentos felices, antes de su orgullo, antes de la tormenta... No pudo seguir el juego...


- Disculpa...¿nos conocemos?

viernes, 18 de noviembre de 2011

Como no puedo darte nada,

que te queden mis versos,
mis canciones haladas,
una ira de sentimientos no en vano,
una triste y absorta mirada


Como no puedo darte nada,
ni cielos, ni el mío, ni el ya creado,
quizás bendiciones esclavas,
iras que ya naufragaron


Te llevaste días, años, rompecabezas,
un corazón desierto y unas cuantas ciencias muertas,
una idiotez, un hechizo de niña, un encanto de mujer


Fue tanto y no llegó a ser,
así que encuentres mares y besos despejados.

viernes, 11 de noviembre de 2011

El mundo está loco,

unos días me llegan noticias desde tu viejo aeropuerto, de repente se quedan inconscientes todos los malentendidos atropellados por mí, y en una hora exacta y equilibradamente calculada, llega tu voz. A lo lejos, entre las sombras, en tu anhelo. Y aprender a leerte entre líneas cuando afirmas que las cosas van bien, cuando en realidad van realmente mal.