jueves, 10 de marzo de 2011

Está enamorada,

o eso es lo que afirma ella. Va danzando por las calles, sonríe a casa segundo, desbordando felicidad en sus ojos. Nunca la había visto tan feliz. Ella, que cuando hablábamos hace unos meses, escondiéndonos de los oídos curiosos de cualquiera, intentaba buscar razones al por qué de los por qués: el 'por qué no ha aparecido nadie en mi vida'. Yo me reía con ella, le explicaba que en estas cosas ya se sabe: llega un día, cuando menos te lo esperas, cuando menos ganas tienes de que llegue. Pero llega y te jodes, o eso, o te lo tomas con calma y piensas que las cosas van a salir bien esta vez. Y así fue, un día su chico apareció en el momento exacto y apropiado, no se si se corresponderá con aquello que llaman destino... Desde entonces la oigo silbar, y no para de decirme que me quiere. Dios mío, ¡en verdad parece que se hubiese enamorado del mundo! Para ella todo está bien, todo está en su sitio. Y yo no quiero entristecerle, yo quiero que siga así, luminosa. No puedo contarle que hay algo que me ahoga desde dentro, poco a poco, y me asfixia. No puedo decirle que desearía tener la suerte que ha tenido ella, no puedo contarle lo que siento por ti, no puedo decirle que te quiero. Saltaría entonces de su estado perfecto de ensoñación y exclamaría:- ¡¿Cómo?! ¿No pudiste expulsarlo de ti?

¿Cómo le explico que no puedo? ¿Cómo le digo que una parte de mi no quiere hacerlo?
Tengo ganas de dejarlo todo, de salir corriendo, muy lejos de aquí. Tengo ganas de que vengas de una maldita vez y me digas que estoy equivocada, que confirmes mis errores o que me digas lo que piensas. Tengo ganas de ser un pedazo de ti, de tu vida. ¿Y tú? ¿Qué es lo que quieres?

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